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martes, 14 de agosto de 2012

FORMACIÓN DE FAMILIAS DELICTIVAS O LA HERENCIA DE PATRONES CONDUCTUALES QUE FOMENTAN O IMPULSAN CARACTERÍSTICAS DETERMINANTES EN LOS CRIMINALES

FORMACIÓN DE FAMILIAS DELICTIVAS O LA HERENCIA DE PATRONES CONDUCTUALES QUE FOMENTAN O IMPULSAN CARACTERÍSTICAS DETERMINANTES EN LOS CRIMINALES
Lucero Moreno Murguía
ACONTECIMIENTO

"LA FORMACIÓN DE FAMILIAS DELICTIVAS O LA HERENCIA DE PATRONES CONDUCTUALES QUE FOMENTAN O IMPULSAN CARACTERÍSTICAS DETERMINANTES EN LOS CRIMINALES"

DELIMITACIÓN DEL ESPACIO DE TIEMPO Y EL TIEMPO DE LA COYUNTURA

Hay que partir de una selección de los acontecimientos que se consideran importantes, porque afectan de manera significativa la realidad actual:
El primer estudio de familias criminales sobre el que se tenga noción data de la década de los 50, cuando en Francia, Galy, desarrolló una encuesta sobre 150 hombres y 123 mujeres, las cuales se publicaron en 1951. En ellas se constató el alcoholismo del padre en 18 de las mujeres y en 18 de los hombres, alcoholismo de la madre en 6 de las mujeres y en 11 de los hombres, tuberculosis de la madre en 10 de las mujeres y en 5 de los hombres, y otras afecciones del sistema nervioso en 6 de las mujeres y 28 de los hombres.
Un ejemplo clásico es la familia Juke, seguida durante 200 años por Dugdale, en que se probó que el fundador de esta familia, un malviviente alcohólico, tuvo 709 descendientes, de los cuales 77 delincuentes, 202 prostitutas y 142 vagos y malvivientes. Estabrook amplió las investigaciones, hasta localizar 3,000 descendientes, de los cuales la mitad son deficientes mentales, y un tercio vagos, mendigos, prostitutas y delincuentes. Hurwitz hace ver cómo el número de delincuentes va decreciendo con el tiempo.
Otros ejemplos son los de las familias Zero, Victoria, Marcus y Kallikak, esta última investigada por Goddard, que encuentra dos ramas, una "buena" y otra "mala", ya que el iniciador tuvo dos mujeres, una normal y una deficiente mental, siendo una "familia normal" y la otra "antisocial.
Respecto de la influencia del factor hereditario en la criminalidad puede, pues, enunciarse a manera de conclusiones:
a) La disposición constituye un factor determinante de la personalidad del hombre; b) La conducta humana refleja en gran medida la personalidad de su autor; c) El delito, en cuanto conducta humana, es, en cierta medida, una proyección del biosiquismo, y resulta, por lo mismo, influido por factores disposicionales, y d) La herencia no determina por sí sola la naturaleza del comportamiento humano; es la interacción entre ella y el mundo circundante la que crea el fenotipo y la que influye en el quehacer lícito o antisocial del hombre. Por su parte, Manuel López Rey considera que
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actualmente ha perdido su importancia la cuestión de las familias criminales y de los mellizos delincuentes. "Hoy, día, agrega este criminólogo, es difícil mantener la tesis de familias criminales, lo que no quita para que en ciertas familias la criminalidad aparezca como evento frecuente".
A nivel nacional, con la información por entidad federativa, no se sabe nada del día y la hora en que se cometen los delitos, si estos son mayores en quincenas o días de pago, los fines de semana, si ocurren por la mañana o por la tarde, si se dan en días de fiesta patronales, si intervienen frecuentemente los miembros de una familia. Pues aún y cuando la Plataforma México le fue liberada a todas las dependencias relacionadas con la Seguridad Pública del país, la información sólo se encuentra a merced de los altos mandos, quienes convierten en todo un trámite burocrático acceder a ella.
El presente análisis de coyuntura versará sobre la época actual de manera NACIONAL.

ESTRUCTURA

Para realizar un análisis de coyuntura varios autores proponen comenzar usando el método de Marx que divide la estructura social en tres partes componentes; propuesta que me ha parecido estupenda así que la desarrollo a continuación.

El ÁRBOL SOCIAL:

Las raíces;
LAS FAMILIAS CRIMINALES O DELICTIVAS
Lamentablemente los tiempos actuales nos hablan de una sombra que como sociedad nos asecha día y noche, en todo territorio nacional hace mella, nos aterroriza, hay quienes dicen que debido a ella no concilian el sueño, otros han optado por irse del país, algunos pretendemos que no se ha vuelto tan poderosa porque nos ganamos la vida luchando contra ella; pero en realidad sí lo es, y se siente, se sabe, se cree, más intensa qué nunca, de quien hablo es "LA VIOLENCIA".
Sin duda es ella la autora de nuestros males, pero ¿de dónde viene?, ¿por qué llegó?, ¿cuánto tiempo nos torturará?, ¿qué consecuencias producirá? Es preciso reconocer que la VIOLENCIA es la generadora de la mayor parte de conductas delictivas en los últimos cinco años que se han vivido en el país. Homicidios, ejecuciones, robos cometidos en esta agravante, ajustes de cuentas, etc. Por otro lado, es interesante observar que dentro de nuestra sociedad se ha convertido para muchos en un símbolo de "poder" comportarse como patán, brabucón, o mejor dicho un ser sin escrúpulos, golpeador, que gusta de las armas, violento en todos sus sentidos; en las familias se festeja y se hace alarde sobre las hazañas de uno de sus miembros porque porta un arma de fuego, o porque es el tipo más temido del pueblo. ¿Y qué me dicen del último juego de moda de los escolares? "El Bulling", que no es más que una radiografía de la mal entendida ambición por ser admirado y reconocido como el más fuerte de un grupo social.
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Comencemos pues con el primer foco rojo, pues la violencia entre los escolares se recrudece a diario, a manera de ejemplificación diré que hace cuatro días JALISCO comenzó su día viendo en el noticiero local la nota de una menor de seis años de edad, quien fue violada y privada de la vida por tres escolares de 10, 12 y 13 años de edad, quienes ni siquiera pueden ser juzgados por sus actos por ser inimputables, ni encaminados de manera alguna, en virtud que la Ley de Justicia Integral para el Estado de Jalisco señala que sólo serán objetos de dicho ordenamientos los adolescentes mayores de 14 años de edad, pero no abundaré en este tema, ya que no es ese el propósito de este análisis.
Pero ¿Dónde aprenden los niños la violencia?, ¿Dónde aprendieron los criminales de hoy las conductas antisociales que les merecen ese mote? Penosamente tendré que decir una vez más que la mayor parte la han aprendido en su familia, donde además de articular las primeras palabras, aprendieron también el desprecio por la vida, a través de la violencia intrafamiliar, la venganza como sinónimo de justicia, que rencor y odio son sentimientos válidos en contra de los que no complacen sus gustos, que los seres diferentes a ellos, incluyendo los animales, merecen sufrir por ese hecho. Constantemente en las urbes e incluso en las pequeñas poblaciones existen problemas económicos que llevan a las familias a no tener un lugar fijo para su domicilio, esta movilidad provoca en la psique infantil ansiedad, angustia por tener que adaptarse una vez más al entorno, por ganarse un espacio, poco a poco obtiene estrategias para ser aceptado, reconocido y admirado por sus nuevos vecinos, así la historia durante su niñez y adolescencia va repitiéndose de manera constante. Otro factor influyente es el entorno social con el que tiene que lidiar el niño, pues frecuentemente es rodeado de vecinos mayores que son drogadictos y la promueven como una forma de vida rodeada de misticismo y bienestar, asimismo no resulta extraña la familia donde el padre, en ocasiones también la madre practican la drogadicción, produciendo en los hijos altos niveles de temor, frustración, angustia, pero a la vez terminan imitando esa conducta en la búsqueda de mitigar sus ansiedades. El alcohol se ha vuelto también otro miembro de la familia, presente en la mayoría de los conflictos internos, seguidos por la presencia de armas y maltrato verbal hacia los hijos y frecuentemente hacia la cónyuge mujer. Asimismo los niños y los jóvenes se encuentran poco motivados para desarrollar actividades que promuevan sus virtudes, habilidades, emociones positivas, la biblioteca municipal es un lugar muy desolado del lado donde se encuentran los libros, porque del lado donde se encuentran las computadoras habrá lista de espera, fenómeno muy habitual desde que se ha vuelto tan popular el internet, no como herramienta de investigación, sino como principal medio de diversión y entretenimiento, donde también se introduce al menor a la violencia, la prostitución infantil, el manejo de armas, la práctica de la promiscuidad, se promueve la anorexia, bulimia, el alcoholismo, la drogadicción y hasta el suicidio, sin dejar de lado la televisión que también hace su parte en este ciclo.
Las políticas públicas han fallado en su estrategia, los adolescentes y adultos jóvenes que se han convertido en gatilleros a sueldo, narcomenudistas, homicidas por el placer de serlo, fueron los receptores no hace muchos años del tan popular "operativo mochila" y "México vive sin drogas". No me sorprende, ni hago culpable al sistema público de ello, porque como ya lo he dicho antes, yo le atribuiría una mínima parte de culpa y el otro gran porcentaje a la familia. Sin pretender ser dura,
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ni injusta, pero otra vez a manera de ejemplo citaré brevemente lo ocurrido en mi oficina de fiscal estatal en días pasados, cuando una familia procedente de una comunidad indígena se presentó demandando la resolución de un problema consistente en que uno de sus miembros de dieciséis años era constantemente asediado, perseguido y provocado por los otros adolescentes de su población, cuando paseaba en la camioneta del padre a lo largo de una comunidad de no más de seis cuadras de extensión y ubicada en la rivera del hermoso Lago de Chapala (paradójicamente es un lugar horrible, lleno de basura, no tiene un solo lugar limpio en sus calles, a pesar que existe el drenaje, no es utilizado por sus habitantes, la limpieza no es del gusto de los lugareños, no por falta de agua, pero sí por falta de ganas); volviendo al relato, el patriarca de la familia exigía que su hijo fuera protegido por las autoridades, pues de lo contrario éste cometería un delito al amparo de la defensa de su dignidad; imagine Usted mi impresión ante semejante relato, pero lo que no podrá imaginar es la cara de ofensa de estas personas cuándo después de contestar a mi interrogatorio sobre los pormenores de su estilo de vida y pasatiempos, les expresé que el problema era muy fácil de solucionar, bastaba de acuerdo a mi experiencia con inscribir al muchacho en la preparatoria de la ciudad más próxima, así como en actividades recreativas-culturales para que tales hechos pasaran a segundo plano en su vida, cediéndole el primer plano de conformidad a mi pensamiento a lo que es verdaderamente importante, estudiar, cultivarse, etc, y digo etc, porque no me dejaron terminar mi charla motivacional, se retiraron sumamente ofendidos, y transcurrida una hora sí se encontraban en la ciudad más próxima, pero no inscribiendo al menor en la escuela preparatoria, sino quejándose de mi en la delegación por haber sido tan atrevida con mis consejos.
La violencia como objeto de estudio
¿Por qué afirmo que la violencia es la culpable de los altos índices de criminalidad?
El niño del que hemos venido hablando se ha venido formando cada vez menos desensibilizado, la muerte le parece una historia diario, la vida una broma sin valor, las armas se encuentran a su alcance, le agradan, quiere portarlas y usarlas, desea obtener dinero y poder de la manera más fácil, pero sobre todo se encuentra ávido de reconocimiento por parte de sus padres, quienes juzga le negaron el cariño que naturalmente merecía, hambriento de admiración de la sociedad a quien culpa del resto de sus problemas, simplemente porque aprendió a quejarse del sistema en lugar de pensar cómo puede mejorarlo. Le gusta arrancar, quitar, también que le regalen una que otra cosa haciendo honor a su persona, pero trabajar de sol a sol por lo que se quiere ha dejado de ser una opción, le parece denigrante. Ha aprendido a ver con repulsión a quienes estudian y se preparan para obtener diferentes grados de educación, su admiración escasamente se dirige a los profesionistas sólo cuando necesita un servicio de cualquiera de ellos.
¿De dónde surge el culto por la violencia y lo antisocial?
Se nos ha instruido en la cultura de glorificar la violencia, y exponerla para que todos la vean. Hoy en día, desde Rwanda hasta Kosovo, son a menudo los jóvenes y aun hasta los niños quienes matan siguiendo la dirección y los prejuicios de sus mayores. Las razones de ese comportamiento son una incógnita, ya sea la perpetuación de "genes asesinos ancestrales", la ritualización prehistórica del
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temor a los predadores, las concentraciones de testosterona o la desintegración de la familia y la sociedad. Lo que hay en común es una sociedad permisiva con valores que consienten y favorecen —aunque sea tácitamente—, la violencia como forma natural y aceptable de conducta para alcanzar objetivos personales, políticos o económicos.
Puede que exista una fuerte predeterminación biológica, pero el comportamiento violento esencial es tan aprendido como los prejuicios, el odio, la compasión o la responsabilidad. Aun entre los niños más pequeños se observa una leve conducta violenta de carácter limitado, pero por medio de la socialización y el control progresivo de los impulsos el niño se desarrolla moralmente hasta comprender la diferencia entre el bien y el mal y los valores aprobados por la sociedad.
Otra influencia poderosa sobre la mente joven es la de los medios de comunicación y entrenamiento, en los que el deseo de lucro ha determinado que prime el voyeurismo de la violencia. Es muy difícil, si no imposible, controlar la exposición de los niños a las rápidas y numerosas escenas de violencia que aparecen día tras día en las pantallas de televisión, se evocan en la música popular y se ilustran con todo lujo de detalles en las tiras cómicas y los juegos de vídeo. El niño promedio llegará a adulto después de haber presenciado miles de actos violentos y asesinatos en esos medios. La repetición no solo avala ese comportamiento sino que disminuye la capacidad de las imágenes para perturbar y horrorizar. Lo más natural es que ello resulte en el comportamiento autoprotector de desensibilizarse y sentir indiferencia hacia el sufrimiento y la muerte e incapacidad para apreciar los finos matices de la moralidad, los valores sociales, la verdad y la empatía por los demás. La conducta violenta se convierte en una forma aceptable de vengarse, obtener respeto y la propiedad ajena, concluir las disputas y expresar las frustraciones. El componente final de la ecuación de la violencia es la disponibilidad de armas de fuego acumuladas por familias y vecinos. A una juventud inquieta se suma el culto a la violencia y se multiplica por la asequibilidad de armas de fuego, y el resultado es un aumento de la violencia perpetrada en los hogares, las escuelas y las calles por personas cada vez más jóvenes, violentas y mejor armadas.
El tronco; FORMACIÓN POLÍTICA
Para analizar esta parte, comenzaré por mencionar que existe un autor llamado SAMUEL RAMOS, quien a su manera ha hecho una radiografía del perfil del mexicano, en ella hace alusión ha los distintos pensamientos programados por las estructuras educativas, públicas y de comunicación; los comentarios de éste resultan dolorosos pero no son carentes de veracidad, describe al mexicano presa de un sentimiento de inferioridad que es diferente al de hombres de otras razas, pues no se manifiesta a la conciencia del individuo tal como es, pues sus reacciones violentas surgen involuntariamente para compensar aquel sentimiento y que, al establecer hábitos, van formando los rasgos del carácter. Continúa diciendo que el mexicano es débil ante el espíritu de cooperación y la disciplina a la colectividad. Luego atañe a la introversión, el provocar el sentimiento de inferioridad, como resultado obliga a desatender al mundo exterior y debilita el sentido de lo real, en donde hay un sentimiento de inferioridad surge la ambición desmedida del poder, estos problemas son explicados por Ramos como la desproporcionalidad a las capacidades del mexicano, es decir que el poder es muy inferior ante el querer. Finalmente como consecuencia cita algunas: el
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rencor, el odio, el resentimiento, la venganza y la lucha por el poder en todas las esferas, grandes o pequeñas, en lo privado o en lo público, en el círculo familiar o nacional; afirma que todo ello ha sido promocionado por los libros de texto, donde se promueve la auto denigración, dependencia, el sentimiento de inferioridad y la obediencia. ¿Será cierto? Debo confesar que no me parecen tan desfasadas sus reflexiones.
¿Hace cuánto tiempo se excluyó la materia de formación cívica de los libros de texto?
Es importante puntualizar que si hoy pugnamos porque se promueva con tanto afán la cultura de la legalidad como estrategia para evitar la promoción de la delincuencia, no debemos ignorar el daño irreparable que se le causó a la psique infantil y posteriormente a la adulta, mientras no se promocionó ni si quiera el concepto de Estado de derecho, el valor de la legalidad, la tolerancia, el respeto, la honestidad y la pluralidad. A raíz de la reforma educativa realizada en los años setenta, durante el mandato de Luis Echeverría, el civismo desapareció del programa de estudios de primaria, al quedar sólo cuatro áreas del conocimiento: español, matemáticas, ciencias naturales y sociales, siendo esta última en la que se pretendió incluir la enseñanza cívica. Sin embargo, por décadas el civismo ha sido una materia casi ausente del nivel primaria (donde con suerte a los alumnos se les enseñaban leyes y buenas costumbres), carencia que se vio reforzada por la falta de libros de texto.
Para el historiador Lorenzo Meyer, de El Colegio de México, en el país no se tiene una cultura cívica bien desarrollada, y una de las razones principales es la contradicción que genera su enseñanza. Esto porque, comenta, una cosa es lo que se dice en el discurso escolar y otra muy distinta la que se ve en la realidad. Por ejemplo, explica, al niño le dicen en la escuela que la policía cuida el orden, pero escucha a su papá diciendo que son unos ladrones corruptos, y a quien le cree es al papá, pues el mexicano tiene un gran sentido de lealtad hacia la familia, que es una institución en la que sí cree. Por otro lado recordemos una vez más, ese padre probablemente desconoce todo lo relativo a justicia, cultura de la legalidad, estructuras jurídicas, debido a que no recibió esta instrucción durante la educación primaria, siendo aún el nivel educativo máximo que muchos mexicanos han alcanzado.

LA FORMACIÓN ECONÓMICA: "LA VIOLENCIA VENDE"

Amenazas, nexos entre cárteles, grupos especiales de sicarios, historias de capos, los asesinatos y capturas de sus hijos: la guerra de los cárteles tiene un medio de comunicación en las letras de los narco-corridos. Pero los mensajes salen de un solo lado, el de "los Cárteles Unidos", con una larga lista de corridos que llevan como títulos los nombres de capos del Cártel de Sinaloa y hacen alusión a alianzas, fusiones y adopciones de michoacanos por parte de "la empresa", "la familia". Son mensajes de la guerra de cárteles que terminan coreando miles de jóvenes sinaloenses, neoleoneses, tapatíos, y de todo el país en los conciertos, como escogiendo un bando, aun cuando en las calles la violencia trastoca la vida de sus familiares o conocidos. ¿Por qué? Isaac Tomás Guevara, director del Laboratorio de Estudios Psicosociales de Violencia de la Universidad Autónoma de Sinaloa, afirma que "los jóvenes llegan a perder la dimensión de la realidad, intentando imitar lo descrito en las canciones en el afán de vivir lo que consideran son las mieles del poder. 7 Vol. VII agosto-diciembre 2011 www.somecrimnl.es.tl
ARTICULACIÓN ENTRE ESTRUCTURA Y COYUNTURA

La coyuntura actual que tienen las familias criminales o delictivas, implica, que dicha conceptualización no se debe a que éstas se encuentren constituidas por miembros que necesariamente delinquen. Tampoco radica en la desafortunada herencia de los rasgos delictivos de generación en generación. Más bien trasciende hacia la manera en que se educa a los miembros de ellas, recibiendo mensajes donde se valida, la ira, el arrebato, hostigamiento, venganza, la violencia como formas usuales de expresarse; se permite a sus miembros permanecer dentro de la sociedad a la deriva, sin expectativas de vida, sin elaborar proyectos a futuro; se le permite a sus miembros conducirse con mentiras, dejarse llevar por el ambiente, inmiscuirse en vicios y problemas, incumplir con sus deberes y obligaciones. Finalmente cuando uno de sus miembros comienza a realizar conductas antisociales frecuentemente culpan al sistema gubernamental, considerándose víctimas de la sociedad, y el delincuente en cuestión es acogido en su seno como la más vulnerable de las víctimas de una sociedad y "gobierno", -común expresión entre ellos- que consideran cruel e injusta, pero sobre todo incapaz de satisfacer sus demandas.
Como hemos visto, todo ello es el reflejo de los vicios personales que hemos ido adquiriendo, verbigracia: Frecuentemente, actuamos de forma tan simplista como si en una disputa o en una diferencia de criterios, solo deba o pueda prevalecer una de las partes en el conflicto, o sea, el ganador del argumento. No dejamos espacio para una victoria compartida. Nuestros mismos deportes reflejan esta actitud, no recuerdo uno solo donde el énfasis de la competencia ceda el paso y enfatice la cooperación entre los bandos participantes. Nuestra sociedad no ha sido condicionada para eso, el éxito no ha sido definido en tales términos. Preferimos definir la suerte del "perdedor" como la del eliminado del espacio de participación que antes ambos ocupaban. Esta práctica que sirve de válvula de escape a la energía de nuestros instintos básicos y que es muy visible en los deportes, una vez introducida en nuestra vida cotidiana, no conduce a una sociedad cada vez más abierta o participativa, al tener ésta, como parte del premio, la eliminación de uno o más de sus participantes. Hemos favorecido a la violencia como instrumento para resolver nuestras diferencias y muy especialmente en materias políticas. Al extremo de argumentar con vehemencia que "la razón" nos dicta ese camino. Tendemos a sostener posiciones absolutas y propias que automáticamente excluyen a nuestro enemigo, opositor y aún peor, a nuestros propios hermanos. Hay que hacer una reevaluación de la filosofía que hasta ahora nos ha dicho que la exclusión de otros seres humanos es la manera mejor en busca de la armonía en nuestro entorno.
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